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Suma Qamaña

El Buen Vivir de las Culturas Andinas

NOTAS SOBRE EL SUMA QAMAÑA

 

Definición del Concepto.

 

     El concepto de Suma Qamaña, o Buen Vivir, es un paradigma propio de los pueblos andinos y representa un modo de vida fundado en principios y valores ancestrales como la relacionalidad, la complementariedad, la ciclicidad, la correspondencia y la conciencia natural (Estermann, 1997: 5). Así, este paradigma es expresión genuina de la cosmovisión de los pueblos aymara y quechua, que conciben la “vida” de manera holista, cosmocéntrica, es decir, como manifestación de un Todo vivo y orgánico cuyas “partes” están en íntima interrelación  e interdependencia, de manera que la vida, la vida plena, se define por el grado de equilibrio o armonía que existe entre ellas.[1] En efecto, Suma Qamaña supone el equilibrio y la complementariedad entre las tres comunidades que conforman Pacha, que dialogan y reciprocan entre sí para criarse mutuamente: Jaqi (seres humanos) Wak’a (divinidades) y Sallqa (la naturaleza silvestre). En este sentido, Suma Qamaña es fundamentalmente un con-vivir armónico del género humano con su entorno natural, el mundo espiritual y las futuras generaciones.

 

    El Suma Qamaña, tal como lo concibe la sabiduría ancestral de los pueblos andinos, se funda en los siguientes principios o elementos claves de la experiencia y el pensamiento milenario de los habitantes de los Andes, condensado en su Cosmovisión.[2]

 

1.- Todo tiene vida y consciencia. Para el hombre y la mujer andinos el Universo, o Pacha, es un organismo vivo cuyas partes están interrelacionadas y en constante interdependencia e intercambio. Es un Todo unido íntimamente por un continuo de energía, un universo donde no existen partes separadas, independientes ni espacios vacíos[3]. Cada uno de los seres que lo constituyen, seres humanos, divinidades, animales, plantas y minerales, posee consciencia, afectos y, por tanto, merece un trato respetuoso y digno, como una persona. La reciprocidad es el modo natural y propio de relacionarse. En este sentido, se contrapone radicalmente a la episteme cartesiana (uno de los fundamentos de la Modernidad), que concibe el Universo como una gigantesca máquina regida por leyes estrictamente deterministas y mecánicas. La descripción que hace el filósofo Elías Capriles respecto a la vida del hombre primordial nos da una imagen sobre como conciben ancestralmente los andinos la vida en Pacha:

            “Los humanos primordiales no se sentían separados de la plenitud del continuo ininterrumpido del universo y en consecuencia no experimentaban carencia alguna. Puesto que ellos no se experimentaban a sí mismos como entes separados, el mundo entero —incluyendo a los otros seres humanos, los animales, las plantas y los minerales— era su propio cuerpo y era cuidado como tal. Dado que obtenían su sustento por medio de actividades placenteras, no necesitaban ganarse el pan «con el sudor de sus frentes». Ya que su comportamiento era espontáneo y beneficioso para todos, no necesitaban reglas ni prohibiciones. En la terminología taoísta, puesto que imperaban el Tao y su Virtud (el Te que fluye naturalmente del Tao), no había necesidad de propiciar el amor o imponer la justicia.”[4]

 

2.- No existen los “recursos naturales”. Corolario de lo anterior es que los llamados recursos naturales por occidente, esto es, la tierra, el aire, el agua, los minerales, los hidrocarburos, la energía solar, eólica y geotérmica, no son concebidos como simples recursos por la mentalidad andina sino como seres vivos, como órganos que conforman un gran organismo cósmico. Como señala Gerardo Fernández Juárez, el entorno físico del aymara, es “un entorno vivo, poblado por seres hambrientos, en el que el éxito, la productividad agrícola y su propia salud dependerá del grado óptimo en que sistematice su relación con ellos.”[5] En este sentido, es importante respetar los ciclos de la tierra, pues, como cualquier ser humano, la tierra necesita comer, descansar y estar en actividad. En agosto, por ejemplo,  “La tierra tiene sed, hambrea, está abierta y recibe con facilidad; está viva”…Es preciso ofrecerle en ese momento “una mesa para que se sacie y, una vez satisfecha, procure una cosecha abundante y un bienestar aceptable para toda la familia”[6]. Semejante concepción vuelve absurdos y sacrílegos los intentos por privatizar  estos seres, pues no se puede vender ni privatizar a un ser querido. Así, el hombre y la mujer andinos conciben la vida como “el resultado de un intercambio armonioso entre todos los seres”, rechazando la explotación, “la usurpación y soberbia de algunos por encima de otros.”[7]

 

3.- Concepción del ser humano. La dignidad y la posición natural del ser humano en Pacha, según este marco valórico-cognitivo, están directamente relacionadas con su labor de cultivador, cuidante y facilitador de la Pachamama, la única fuerza productora. “El ser humano no produce o crea, sino que cultiva o cría para que la Pachamama produzca. El ser humano es transformador de elementos y procesos que de por sí no dependen de él.”[8] En este sentido, el desarrollo para el hombre y la mujer andinos no puede limitarse al bienestar independiente y exclusivo del ser humano, sino a una convivencia equilibrada y armónica con todos los seres que constituyen Pacha. Más que buscar el crecimiento económico o la acumulación de bienes, se guían “por el equilibrio cósmico que se expresa-entre otros- en el equilibrio ecológico y social.”[9] 

 

4.- Convivencia. La posición del ser humano en Pacha conlleva necesariamente a una concepción del Desarrollo o del Bienestar como un Buen vivir, pues supone una relación respetuosa, equilibrada y armónica con los demás seres que viven y son en Pacha: animales, plantas, minerales, espíritus y divinidades. Este Buen Vivir emerge natural de una coexistencia equilibrada, de acuerdo a los principios en los que se funda la cosmovisión de los pueblos andinos, a saber: relacionalidad, complementariedad, correspondencia, reciprocidad y ciclicidad. En este sentido, el Buen Vivir es, fundamentalmente, un Buen Convivir, ya que el bienestar y la plenitud en la concepción del hombre y la mujer andinos se da siempre en la relación, jamás de manera independiente o individual. El Buen Vivir no es “ni riqueza ni pobreza, ni despilfarro ni  escasez, ni lujo ni carencia, sino una vida en armonía con todos los demás seres, una convivencia intercultural, interbiótica e intergeneracional”.[10]  

 

 5.- Colectividad. Para el jaqi andino, el desarrollo humano sólo es posible en la colectividad, jamás de manera individual, pues el bienestar es el resultado de una convivencia armónica y equilibrada entre todos los seres que constituyen Pacha. Es el conjunto de seres humanos, animales, plantas, divinidades, minerales y espíritus, y el tipo y grado de relación que se establece entre ellos, lo que da cuenta del nivel de desarrollo que es posible alcanzar.  Huelga decir que es imposible mantener grados óptimos de bienestar general si sólo lo alcanzan unos pocos en desmedro o a costa de otros; esto atentaría contra el equilibrio que es necesario cuidar y cultivar si se quiere alcanzar una sociedad justa y sana.

 

6.- La economía sujeta a otros valores y principios. Para occidente, la economía está indisolublemente unida a la idea de crecimiento y a la acumulación del capital. El desarrollo se mide fundamentalmente en términos cuantitativos (PIB), y la complejidad de las relaciones humanas y de la sociedad misma se simplifica para establecer indicadores que den cuenta de estos procesos. En las actuales sociedades capitalistas los valores económicos son los valores omnímodos, todo se supedita a su lógica y a su funcionalidad. En este sentido, la mentalidad occidental concibe a los seres que constituyen Pacha como productos, mercancías, o recursos: naturales,  humanos, materiales, etc., que al cosificarse se transan en el mercado. El universo para esta visión es un enorme reservorio de objetos valorados en tanto en cuanto generen utilidades a quien los posea. Mientras que en el pensamiento del hombre y la mujer andinos el desarrollo económico se funda en el trato y manejo cuidadoso de la Casa Común (wasi; uta) que es el universo (Pacha). Tal como señala Calixto Quispe Huanca, Bachiller en teología, Pacha es:

 

 “el eterno misterio, el nido donde creemos existir dentro del universo vital cósmico. Por eso decimos nido de oro y plata en la dimensión del infinito y en sus múltiples manifestaciones. Es la casa grande, el nido de la vida donde el espíritu nos hace vivir en armonía y por eso nos saludamos y proclamamos en los diferentes ritos cotidianos diciendo: que todo sea en hora buena. Es el nido de los espíritus protectores como ser: ispalla, espíritu de la plantas, illa espíritu de los animales, kuntur Mamani espíritu de la casa y otros. Pero también los espíritus malignos están presentes: lari lari, waxwa, antawalla, saxras y otros que amenazan y provocan el desequilibrio”.[11]

“En nuestra cosmovisión la Pacha (el cosmos) es nuestra casa grande, nuestro gran nido de Suma Qamañ Uta. Los y las que habitamos en ella somos hijos e hijas de ella, por lo tanto somos una gran familia de diferentes edades, géneros, tamaños, colores, gustos, costumbres y otros(…) La Pacha es todo cuanto existe y vive en el universo”[12]

 

Esta concepción del mundo en el que vive el hombre y la mujer andinos no puede si no tener como consecuencia un concepto de desarrollo basado en un proceso de maduración holístico al ritmo del desenvolvimiento orgánico de la Pacha. Así, “el desarrollo económico siempre está sujeto a un proceso mayor que incluye aspectos espirituales, religiosos, culturales, civilizatorios, sociales y políticos. En lo práctico, esto significa que la economía tiene que someterse a la política y ética, y estas a la cosmovisión o Pachasofía.”[13]

 

7.- Concepción cíclica del desarrollo. Considerando lo dicho anteriormente, el desarrollo para el mundo andino no es unidireccional ni irreversible. En este sentido, el concepto de progreso, tal como lo concibe la mentalidad moderna de occidente, es complemente imposible para el andino: lo mejor no siempre está delante ni lo más nuevo u original es el valor por antonomasia. Quiparu nayraru uñtas sartañani, mirando atrás vamos a ir adelante, es el apotegma aymara que configura la manera de comprender el desarrollo y el desenvolvimiento del tiempo (concepción cíclica) del hombre y la mujer andinos, es decir: el modelo del Buen Vivir, Suma Qamaña, puede encontrarse atrás, en un pasado remoto, en formas, principios, costumbres y códigos de comportamiento de los antepasados, y no necesariamente en el futuro. Como señala José Estermann, “El ser humano andino camina de espalda (qhipa) hacia el futuro (qhipa), mirando con los ojos (ñawi; nayra) hacia el pasado (ñawpapacha; nayra pacha), para orientarse y buscar la utopía”.[14]

 

 

Notas

 

[1] Estermann, Josef. 2012. Vivir bien: Crisis civilizatoria y Vivir Bien. En: “Vivir Bien ¿Paradigma no capitalista?”. Polis, Revista de la Universidad Bolivariana. Volumen 11. N°33.

 

[2] Se sigue aquí lo desarrollado por Josef Esterman en: Vivir bien: Crisis civilizatoria y Vivir Bien. En: “Vivir Bien ¿Paradigma no capitalista?”. Polis, Revista de la Universidad Bolivariana. Volumen 11. N°33. 2012.

 

[3] Esta concepción coincide con los planteamientos de la física moderna. En una entrevista, el físico y divulgador austriaco Fritjof Capara declara que La cuestión básica es que estamos viendo el universo como un proceso cósmico unificado, y estamos viendo a todos los objetos, la gente y los acontecimientos como pautas del proceso. No se puede separar alguna de las pautas del resto sin destruirla. Esto resulta bastante obvio cuando se habla de organismos vivos, como un pájaro o un gato; separen ese organismo del entorno, el aire y todo lo demás, y se mata al animal allí mismo. La Nueva Física nos ha evidenciado que esto también es cierto para la materia inorgánica: uno puede también destruir átomos, partículas y moléculas, si logra sacarlas completamente de su ambiente.” Estas observaciones concuerdan con las del Físico Norteamericano David Bohm, quien afirma que “Llegamos a un nuevo concepto de inquebrantable totalidad, que niega la idea clásica del análisis del mundo en partes separadas e independientes… El concepto clásico usual de que las «partes elementales» independientes son la realidad fundamental del mundo y que los diversos sistemas sean meramente formas y ordenamientos particulares de esas partes ha sido invertido. En lugar de ello, decimos más bien que la realidad fundamental es la inseparable interrelación cuántica de todo el universo y que las partes que parecen funcionar de un modo relativamente independiente son simplemente formas contingentes y particulares dentro de todo ese conjunto”. D. Bohm & B. Hiley, On the Intuitive Understanding of Nonlocality as Implied by Quantum Theory, Foundations of Physics, vol, 5 (1975).

 

[4] Capriles, E., (1999a), “Pasos hacia una estética evolutiva comparada”, en Capriles, Elías y Hernán Lucena, compiladores, Estudios de África y Asia. Mérida, Ediciones GIEAA y CDCHT de la Universidad de Los Andes, 1999.

 

[5] Fernández Juárez, Gerardo. El Banquete Aymara. Hisbol. 1995. Pág. 37

 

[6] Ibídem.

 

[7] Estermann, Josef. 2012. Vivir bien: Crisis civilizatoria y Vivir Bien. En: “Vivir Bien ¿Paradigma no capitalista?”. Polis, Revista de la Universidad Bolivariana. Volumen 11. N°33.

 

[8] Ibídem.

 

[9] Ibídem.

 

[10] Ibídem.

 

[11] Mamani Bernabé, Vicenta; Quispe Huanca, Calixto. Pacha. Editorial Verbo Divino, 2007. Pág. 8-9.

 

[12] Ibídem.

 

[13] Estermann, Josef. 2012. Vivir bien: Crisis civilizatoria y Vivir Bien. En: “Vivir Bien ¿Paradigma no capitalista?”. Polis, Revista de la Universidad Bolivariana. Volumen 11. N°33.

 

[14] Ibídem.

 

 

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