Taller de “Íconos y Significados en los Tejidos de la Región de Tarapacá”, para tejedoras y gestores culturales de Iquique

Con la asistencia de profesores, gestores culturales y artesanas textiles de la región de Tarapacá, se realizó el Taller “Íconos y Significados en los Tejidos de la Región de Tarapacá”, los días 25 y 26 de enero pasado, en el Salón Esmeralda del Hotel Terrado Arturo Prat de Iquique.
El evento fue parte de las actividades finales del proyecto “Estudio y registro de Iconos representativos de la cultura andina de la Región de Tarapacá presentes en la textilería”, financiada por el Fondo de Desarrollo Indígena de la Sub Dirección Nacional Iquique de Conadi y ejecutado por nuestra consultora, Uraqi Limitada.
En términos generales, el proyecto tuvo como finalidad fortalecer la actividad artesanal textil de familias indígenas del territorio de la región de Tarapacá, a través del registro y la interpretación de la iconografía presente en la textilería andina de la región de Tarapacá.
El proyecto en el que se enmarcan los talleres de desarrolló en tres etapas:
En la primera parte, se realizó una investigación que tuvo por objeto hacer un registro de la iconografía de los textiles de la Región de Tarapacá. Para tales efectos, se indagó y recopiló información sobre el tema a partir de fuentes bibliográficas y a través de un trabajo en terreno con tejedoras indígenas de la región, principalmente de las localidades de Colchane, Cariquima y Enquelga.
En una segunda instancia, se realizó un estudio interpretativo de los iconos más representativos identificados en la etapa anterior, y se elaboró una guía pedagógica a partir de los resultados del estudio anteriormente descrito.
Finalmente, se llevaron a cabo un taller de capacitación especialmente dirigido a artesanas y artesanos indígenas de Tarapacá, que tuvo como objetivo presentar los resultados del estudio iconográfico realizado, y un taller de reflexión temática para analizar y posicionar estos resultados entre organizaciones de tejedoras, educadores, operadores turísticos, artesanos y gestores culturales de la región de Tarapacá.
La profesional a cargo de la investigación, de la guía pedagógica y de los talleres respectivos fue la Arqueóloga y Doctora en antropología Bárbara Cases Contreras, especialista en Métodos y técnicas textiles.
Desarrollo de los talleres
El taller correspondiente al primer día (25 de enero) estuvo dedicado a operadores turísticos, educadores interculturales y “convencionales”, artesanos y en general, no especialistas. En la sesión se profundizó, entre otros tópicos, en la metodología de la investigación, en las características del grupo entrevistado, en sus procesos de aprendizaje, las prendas elaboradas, en la secuencia de producción textil y en las iconografías de las fajas. En este sentido, se señaló la importancia de considerar los colores, ya que estos tienen relación con las flores, el arcoíris y la wiphala, y que al igual que las saldas, cada una tiene su significado y su finalidad, pero no se profundizó en ello. Sobre los colores se especificó que antiguamente, las fajas se hacían básicamente sólo de colores naturales, por eso kimsa y pusi no eran del agrado ni la preferencia de las abuelas. También se indicó que cada telar tiene un signficado, como por ejemplo el del aguayo -pieza que se compone de dos paños tejidos y unidos por el centro- tiene el significado de juntarse. Todo lo anterior daría pie a que los tejidos constituyen un lenguaje del que es necesario interpretar y comprender su contenido, siendo cada uno de estos aspectos parte de su significado.Respecto del proceso productivo, se precisó que antiguamente, se esquilaba a los animales con vidrio o una piedra fina llamada chiliukala, en tanto el uso de la lata cuchillo y la tijera, eran más recientes. Se señaló que el uso de piedra hace que la fibra crezca más, de modo que se pueda esquilar todos los años (y no año por medio como sucede con la tijera) y de mejor calidad. Se señaló que la monocromía presente en los tejidos (completos o por sectores), que suele denominarse pampa, aludiría a que en la pampa están todos los misterios para poder vivir. Además, se señaló que el tejer debiera ser una experiencia gozosa, ya que ese “ánimo” queda presente e impregna el tejido. También se indicó la necesidad de abordar la investigación desde una perspectiva aymara, en la que existe un continuo entre individuos y cosmos, que los occidentales (q’ara) intentamos separar.
En la segunda sesión, sobre las fajas, se señala que tienen un significado muy importante de la mujer o varón y que existe una variedad de acuerdo a quien la tejió y para qué. Además de usarse para fijar el aksu o la pollera, señalan que las madres hacían para sus hijas para prepararlas para la menstruación, las que luego se usaban durante el embarazo y que en tal sentido, darían cuenta de la transición entre etapas de la vida. Además, señalan que se tejían fajas más anchas para sanar el dolor de espalda en los hombres producto del trabajo pesado. Asimismo, hablan de propiedades de la lana de llama para quitar la fiebre, porque tendría una cualidad fría, mientras que la faja de cordero, se usa cuando se tiene mucho frío, porque tiene una propiedad cálida. Igualmente se señaló que es importante rescatar las diferencias por comunidad e incluso por familias, ya que estas variaciones pueden ser importantes y realizar lecturas detalladas de cada objeto, ya que en ellas (al igual que en todos los tejidos), están incluidos temas de identidad.
Sobre p’uru nayra o p’uju nayra, se señaló que p’uru es un pájaro, que habiendo soportado el sufrimiento de la sequía y en tal sentido, habiendo hecho mérito sobreviviendo, puede acceder al agua.
Respecto al parto y el uso de fajas en recién nacidos, señalan que se les faja, protegiendo el ombligo y luego, se les faja para protegerlos y mantener sus cuerpos derechos y restringir los movimientos dentro del aguayo. Además, servía para proteger a los niños de la enfermedades, lo que contrasta con el empeoramiento del estado de salud actual de los niños.
Sobre la relación entre churu, pallata y kuchu, que en todos los casos indicaría la acción de elegir, habría que sumar que al usar kuchu, se estaría aludiendo también a elegir esa planta (o animal) específica.
Respecto de muru phaqhalli se indicó que hay una flor igual llamada itapilla, aunque también se confirma que sea chinchircuma y al tratar la qiñwa, se indicó también su relación con la tierra, porque al ser el único árbol que existe en el altiplano aporta materia orgánica para la recuperación del suelo, ya que genera ese mantillo que tiene el bosque y que prácticamente no lo da otra especie en el altiplano.
En muchas ocasiones se habló de la dualidad andina, que está presente en los tejidos como ejercicio simétrico desde el urdido, pero específicamente en las fajas, en todas las figuras que aparecen representadas en churu en versión positivo-negativo, indicando la unión y al mismo tiempo el equilibrio entre los opuestos.
Respecto de andasa, se indicó que no era un mero caminar llevando animales, sino que se refería a la forma de andar por la vida, al caminar de los antepasados, con los rastros que este andar va dejando, que tiene curvas y rectas, no es uniforme.
Por último, también se reforzó la noción de que las fajas están inspiradas en la naturaleza, siendo una forma de expresar la realidad del entorno e incluso, con características de un registro del entorno y de las emociones de las/los productoras/es.
También se consultó por qué no se había hecho una sola jornada con tejedoras, educadores (interculturales o no), operadores turísticos y gente del área de cultura.
Por último, se agradeció la instancia para conversar sobre tejidos tarapaqueños, ya que no existen muchas oportunidades de este tipo a nivel regional.
El taller correspondiente al segundo día (26 de enero) el público estuvo constituido por tejedoras y se centró en la evolución textil en Tarapacá. Así, se mostraron las primeras evidencias del uso y torsión de fibras, hasta los tejidos contemporáneos, poniendo el acento en mostrar el uso de una iconografía prehispánica principalmente geométrica simple, que no se relaciona mucho en términos visuales con lo que se produce en la actualidad, con la sola excepción de los tejidos tardíos asociados a la expansión del Inca en la zona (ca. 1400-1500 DC). Por otra parte, se discutió respecto de la realidad del proceso de transmisión a las nuevas generaciones. De esta manera, se visualizó que las condiciones propias del medio urbano (como el colegio) no deja tiempo para tejer, pues es una actividad que demanda tiempo. Al respecto, se compartieran experiencias que se están realizando en Cariquima, donde en el colegio se está enseñando a tejer fajas, al menos desde 2011, como una forma de ir recuperando el tejido tradicional. También se señaló que, aunque se enseña a tejer, hoy no se enseña en igual profundidad que en la antigüedad y que esta sería una de las razones por las que se levantó la iniciativa de este proyecto.
Finamente, se señaló la importancia de llevar a cabo iniciativas como estas para la preservación de estos conocimientos ancestrales. Se destacó que contar con un libro que no solo incluya fajas, sino que otras piezas e imágenes, al igual que estas sesiones de diálogo, ayudan a ordenar y exponer los conocimientos que recibieron de madres y abuelas, insistiéndose en lo positivo de que el trabajo sea inclusivo.